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El proyecto Bailando con gigantes se propone contribuir a la formación humanística de nuevos líderes cívicos a través de la reflexión y el diálogo.

Para ello, como actividad principal, reune en conferencia a dos especialistas que analizan temas relevantes de orden social y cultural. Estas sesiones están dirigidas, primordialmente, a alumnos y profesores de la universidad pública española.

Los gigantes sabios

Un preclaro aforismo bajomedieval atribuido a Bernardo de Chartres es el punto de partida para justificar el nombre de este proyecto: «Somos enanos a hombros de gigantes.»
En aquel siglo duodécimo de nuestra era, los hombres del considerado como primer Renacimiento cultural europeo, vislumbraron que el avance del conocimiento no se debe a que poseamos mayor agudeza o inteligencia que nuestros antepasados (ellos pensaban en la Antigüedad clásica), sino a que, solo gracias a su legado, somos capaces nosotros de ver más allá, de descubrir nuevos horizontes.
Y esto, a pesar de nuestra personal pequeñez comparados con aquellos. La máxima circuló profusamente en la Europa renacentista y barroca, alcanzando a todas las naciones y, por supuesto, al Imperio Español, donde lo Spagnoletto, José de Ribera, la plasmó con genio y tinta.
Esta condición legataria del conocimiento contemporáneo resulta especialmente evidente al afrontar cuestiones humanísticas, en el sentido muy general de “no técnicas”. La solo aparente superioridad de la ciencia y cultura actuales queda pronto en evidencia cuando estas no admiten, humildemente, la asistencia de la tradición en estas cuestiones.
Los profesores y alumnos de la universidad española, a los que este proyecto se dirige, encontrarán, en los conferenciantes invitados, espaldas sobre las que auparse para poder mirar más allá.

José de Ribera, Man in a Toga, a Small Man
Holding a Banner Is Seated on His Head (c. 1637-1640),
The Metropolitan Museum of Art (NY)

Los gigantes bailarines

Junto a este aforismo, otra tradición ha contribuido a dar título a este proyecto. En numerosas ciudades y pueblos de España, y tan pronto como desde el siglo XIII, así como en otros países vecinos como Portugal e Italia, un acontecimiento que preside las celebraciones festivas son las comparsas de gigantes y enanos (estos últimos frecuentemente designados como cabezudos). También las hubo en muchas otras regiones de la geografía europea en época altomoderna, aunque estas apenas han perdurado. En España lo han hecho, a pesar de que, Carlos III, trató de prohibirlas comenzando por las de la Villa y Corte.

Íñigo Alzugaray, “Los gigantes de Pamplona bailan
en la plaza del Ayuntamiento en los Sanfermines de 2015” (Navarra.com)

Los gigantes eran, para el horizonte de expectativas medieval y altomoderno, criaturas solitarias. Independientemente del resto de sus condiciones morales, estas crituras fantásticas vivían casi siempre al margen de la sociedad humana. En los libros de caballerías españoles encontramos a muchos de ellos nobles, ricos y sabios que vivían en sus propios palacios y que eran, unas veces contrarios y otras favorables a nuestra especie. Junto a ellos también existían otros, velludos, que eran designados como salvajes y habitaban en cuevas. Estos últimos solían practicar el canibalismo y eran crueles en extremo. Con todo, el elemento común a todos era su apartamiento de la sociedad humana.
De este modo, los encuentros ordinarios con los gigantes no eran deseados, por ninguna de las partes, ni podían ser, en modo alguno, pacíficos. Y así quedó reflejado en la historia del personaje más famoso de la literatura española, el ingenioso hidalgo manchego, que creyó combatir a algunas de estas criaturas:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. (Quijote, I, c. 8)
No obstante, en ocasiones extraordinarias, los gigantes podían entrar en contacto con los humanos de forma amistosa y traer, junto con su prodigiosa apariencia, su sabiduría. La vida cotidiana entraba en contacto entonces con lo maravilloso. Estos encuentros habían sido descritos por la literatura fantástica de allende los Pirineos —comenzando por la matière de Bretagne— y se transfirieron a la española, como ordinariamente sucedió con tantas otras tradiciones textuales.
La alegría provocada por determinadas fiestas del santoral, en términos de psicología social, era tal que hasta estas criaturas, esencialmente misantrópicas, se reunían con los humanos para dar gloria al creador. Todas las personas, sin importar su condición humilde o elevada, participaban juntas en el festejo. Se arremolinaban en torno a estos seres de fantasía y bailaban en pasacalle atravesando la población o formando un corro. El conducto de comunicación con lo extraordinario, de aproximación al misterio, no era otro que la alegría. Lo extraordinario, en este caso, fue que los españoles convirtieron estos encuentros, además, en uno de los actos festivos por excelencia de la nación.
Los profesores y alumnos de la universidad española, a los que este proyecto se dirige, encontrarán también, en los conferenciantes invitados, una mano tendida para incorporarlos a su baile prodigioso, un pórtico de alegría al conocimiento.

El baile del conocimiento

Reuniendo, finalmente, aforismo y tradición, podríamos decir con Horacio que Bailando con gigantes pretende unir lo útil a lo dulce. Sus conferencias pretenden crear un espacio en el que la profundidad analítica se alcance, no en detrimento o a pesar del disfrute, sino, precisamente, gracias a este. Pues entre las cabriolas y volteretas que, inmersos en el baile, darán los asistentes a espaldas de estos gigantes del conocimiento, vislumbrarán con mayor claridad y altura, sin duda ninguna, nuevos horizontes.

Bailando con Gigantes es fruto de la colaboración de la universidad pública española con la Fundación Tatiana. El equipo organizador quiere agradecer su apoyo a ambas. Por una parte, a la fundación, porque a través del programa de Ayudas a proyectos docentes y culturales sobre Liderazgo y Humanismo Cívico y de otras iniciativas como el programa Young Civic Leaders, promueve la formación humanística como base para la participación cívica de los jóvenes en la sociedad. Por otra, a las universidades, porque son el espacio idóneo de desarrollo del conocimiento y del pensamiento crítico, en especial a las instituciones de las que formamos parte: Universidad Rey Juan Carlos, Universidad Politécnica de Madrid y Universidad Complutense de Madrid; y a esta última, además, porque nos ofrece un lugar para encontrarnos.

Colaboradores: Rocío Mora, Álvaro de la Reina, Marcos González y Javier Roca

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